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PREBISTERO JOSE FELIX ESPINOZA DE LOS MONTEROS

PREBISTERO JOSE FELIX ESPINOZA DE LOS MONTEROS

PÁRROCO JOSE FÉLIX ESPINOZA DE LOS MONTEROS

 

El Presbítero. Bachiller José Félix Espinoza de los Monteros, es en antigüedad y méritos, como lo dice el historiador R. D. Silva Uzcátegui, uno de los primeros educadores del Occidente de Ve­nezuela. Nació en Carora el 3 de septiembre de 1756, hijo legítimo de Don José Agustín Espinoza y de Doña Nicolasa Gómez Ferrer.

Sus estudios eclesiásticos los hizo en Caracas, en el Semi­nario Tridentino y en la Universidad Central de Venezuela. Or­denado sacerdote regresó a su ciudad natal y poco después entró a desempeñar el Curato de Almas de Arenales, donde residió por largos años, realizando una admirable labor de apóstol de civilizador.

Edificó la Iglesia de su parroquia, que siguiendo el testi­monio de Silva Uzcátegui constituye una prueba de la energía de este hombre, pues es de admirar que en aquellos tiempos en que Arenales no debió ser sino un Caserío, haya podido fabricar un templo que aún hoy mismo rivaliza en magnitud y solidez con otros construidos en épocas recientes en poblaciones mucho más ricas y de mayor número de habitantes.

Como prueba de su notable obra de civilizador fundó una Escuela gratuita donde enseñaba con eficacia docente, Gramá­tica, Aritmética y Lengua Latina. Era un foco de luz de inmenso resplandor y de influencia trascendental en la historia de la cul­tura regional.

El padre Espinoza de los Monteros era amante de la ver­dadera libertad y este fervoroso ideal lo trasmitía con énfasis a sus insignes alumnos, entre quienes se mencionan figuras desco­llantes del procerato de la región de la época de la Independencia. Fueron ellos, el General Pedro León Torres y tres de sus hermanos y los Coroneles Julián Montes de oca, Nicolás Rodríguez Fernando Perera y Estanislao Castañeda, cuyas vidas heroicas enaltecen la epopeya nacional.

Según nota del historiador Andrés Riera Silva, el mentor Espinoza de los Monteros no vacilaba en afirmar desde el pulpito, que era pecado mortal poseer esclavos. Esto, proclamado en aquellos tiempos en que sabía que había de herir tantos intereses creados, demuestra la integridad y el temperamento del apóstol.

Se durmió en la paz del Señor, en el mismo pueblo donde realizó portentosa obra cultural y religiosa, el 4 de septiembre de 1819, en medio del amor y el agradecimiento de sus feligreses.

      Es epónimo del antiguo Municipio Arenales y satisface el espíritu cívico de hoy, que el nombre de pensadores y maestros se; asignen a las entidades donde realizaron fecunda y trascen­dental tarea civilizadora.

 

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